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Sandra Sánchez alcanza la gloria olímpica en el Nippon Budokan

Deportes

El oro de picar piedra desde que era niña y de sobreponerte a todas las adversidades para hacer de ellas una motivación para crecer y ser la mejor del mundo; ese de recibir una oportunidad y tener que abandonarla por el deber moral de estar con quien más la necesitaba en esos momentos y que al intentar reincorporarse encontrarse con la puerta cerrada; ese que te hizo persistir hasta que un no se convirtió en un sí, que te llevó a salir de la ‘zona de confort’ para encontrar fuera el reconocimiento que te negaban en casa; ese de decirte que quizá ya eras demasiado mayor para medirte a rivales a las que casi doblabas en edad y no llegarías a donde llegaste; ese caer una y otra vez con la misma rival hasta encontrar la manera de invertir la situación y encima hacerlo cuando todos los condicionantes apuntaban a que fracasarías en el intento.

Lo que no te mató, te hizo más fuerte y forjó a una campeona olímpica, sí, a la primera campeona olímpica en la historia del Karate. Esa mujer que sigue conservando la inocencia y la ilusión de una niña, siempre risueña, siempre positiva, con una sonrisa de oreja a oreja, con un buen rollo que se contagia a la legua… Pero ojito que cuando se pone el ‘karategi’ y se sube a un tatami se transforma en ‘Super Saiyan’ y como su ídolo en la ficción Son Goku, saca fuerzas de donde parece que no las hay, y consigue su cometido.

La final de este jueves 5 de agosto en el Nippon Budokai requería uno de esos esfuerzos sobrehumanos de nuestra Sandra Sánchez. Acudía al torneo olímpico como la número uno del ranking, perfecto, pero competía en casa de su máxima rival, una Kiyou Shimizu que no se ha prodigado mucho en este 2021 en lo que a competiciones internacionales se refiere, quizá concentrada en obtener un oro que parecía obligatorio para la japonesa porque todos los astros se confabulaban a su favor.

Fue este un torneo que comenzó bajo el plan previsto para que Sandra Sánchez y Kiyou Shimizu se vieran las caras en la enésima final entre ambas. Con la talaverana en el Grupo ‘A’ y la nipona en el Grupo ‘B’. La primera de ellas no tenía problemas para acabar la primera ronda en cabeza, con perfecta ejecución tanto del kata ‘Kururunfa’ como del kata ‘Suparinpei’. En total una media de 27.43 para avanzar a la siguiente fase. Su máxima rival comandaba el otro grupo y se elevaba a los 27.70 en el sumatorio de los dos ejercicios.

Llegaba la segunda ronda, la que determinaría por qué medalla iban a luchar las seis aspirantes que quedaban, tres por grupo. Un único ejercicio y el kata ‘Papuren’ que era el elegido por la de Talavera de la Reina para buscar el asalto a la finalísima de Tokio, algo que lograría al irse a los 27.86 de puntuación total, que fueron precisamente los mismos que lograba Shimizu, en este caso con el kata ‘Chibana No Kushanku’.

Ya había final deseada en el Nippon Budokai, aunque para ello hubo que esperar algunas horas para que ambas contendientes recuperaran energías. Se antojaba una ‘lucha de gigantes’ en la que ambas rizaron el rizo sacando a concurso el mismo ejercicio, en este caso el kata ‘Chatanyara Kushanku’.

Quien lo hiciera de las dos mejor tendría el oro como premio y fue Sandra Sánchez la primera en ejecutarlo. Lo hizo con una seguridad pasmosa, casi autómata, como si fuera un robot. Luego llegó su rival, que también clavó su ejercicio, por lo que a los jueces les tocaba la difícil papeleta de decir cuál era el mejor y merecedor por tanto de la medalla de oro.

Segundos angustiosos sobre el tatami del Nippon Budokan, silencio sepulcral en el que el latido del corazón de las contendientes se podía hasta escuchar. El juez árbitro principal levantaba su brazo y apuntaba al de una Sandra Sánchez que no se lo podía creer, era campeona olímpica y culpa de ello lo tenían los apenas 0.18 puntos que le sacó a su rival en la parte atlética, porque igualarían en la parte técnica con un 19.60, por los 8.46 de la talaverana y los 8.28 de la japonesa.

Medalla de oro para la karateka de la Ciudad de la Cerámica que presentaba sus respetos a su rival, a los jueces de la contienda y una vez fuera de éste abrazaba a su técnico y a la vez pareja Jesús del Moral, celebrando ambos el éxito a años de duro esfuerzo y que se han visto recompensados con el trofeo que faltaba en su vitrina, esa medalla de color dorado de unos Juegos Olímpicos.